Últimamente se ha puesto muy de moda hacer presentaciones en sitios poco comunes, muchas veces por exigencia del guión y para favorecer a algún particular o a alguna entidad o institución. Así el señor alcalde tuvo a bien invitar a la ciudadanía de Cornellà de Llobregat a la presentación de un libro en su fea iglesia, si aún hubiera sido una ermita románica se hubiese tenido en cuenta como eximente criterios estéticos arquitectónicos. La cuestión es que lo que se venía a presentar era un libro sobre el asociacionismo y su lucha en una ciudad, que fue el corazón del cinturón rojo de Barcelona en las postrimerías del franquismo. Todos sabemos, porque nos lo han explicado por activa y por pasiva, que la Iglesia, la misma que paseaba bajo palio al dictador, permitió una sección de curas rojos por si las tornas cambiaban intercedieran ante futuros mandatarios de tinte encarnado. No discuto la buena intención de estos servidores del Señor, pero también de Roma, que veían su rebaño incrementarse con los nuevos desheredados de la tierra, los luchadores obreros, no todos antifascistas. El bolsillo, el estómago, el corazón, la razón y las ideas de progreso no están siempre conectados.
Se elige la iglesia para presentar un libro de solidaridad y lucha y todos los intervinientes, cura incluido, bajo la atenta mirada de los santos y con la sombra del crucifijo en el cogote invitan a pensar, a los que no fueron protagonistas de esa historia de desafío al régimen fascista de Franco, que la Iglesia fue muy buena y pieza indispensable para el desgaste del que murió en su cama. No hay que olvidar que acoger a Sagrado es una costumbre eclesiástica de siglos y las razones del asilo en tierra romana de muy diversa índole. Nadie se pregunta porque la dictadura no entraba en las iglesias cuando sabía que se conspiraba en ellas, toda olla a presión tiene una válvula controladora, eso lo sabe cualquier hijo de vecino por muy tonto que sea. Así los cristianos rojos fueron muchos por estos lares, todos los jovenzuelos que se acercaron a los centros sociales donde no faltaba la mirada del cura progre y comunista, que les hablaría de un Jesucristo revolucionario al que cantar guitarras en mano. El cura ya no era el delator, el asesino, el que obligaba a asistir a misa a tragar su bazofia integrista, el que marcaba los dictados de la moda, metía mano a los niños o dejaba sin trabajo a sus padres. Ahora era un colega enrollado que buscaba lo mismo que tú, que ayudaba a la colectividad y que pensaba que la dictadura era una cosa mala para el rebaño del Señor. Lo que no es entendible es eso de ser comunista y creyente, si te debes a Dios no puedes deberte a causas que pueden entrar en colisión con lo que supuestamente dijo este Ente en no sé que lugar.
Es curioso que con los primeros años de la Transición desaparecieran la inmensa mayoría de estos curas de barrio, de conciencia antifranquista. Franco ya no estaba, pero su heredero, el monarca, marcaba la continuidad. Algunos se extinguieron por causas naturales, los más honrados dejaron el paraguas de la Iglesia, que les había servido de pantalla, para poder mostrar sus ideas, pero la mayoría se subió al carro del aquí ya todo ha pasado, seguimos vivos y vamos al bollo, algunos andan en las manifestaciones defendiendo la familia. No hay que alarmarse, también algunas figuras del PP fueron maoístas en su juventud, pecadillos que el señor ha perdonado, no está el mercado como para perder clientes, ya sabemos que la iglesia católica siempre ha sido pragmática y materialista cuando se trata de los suyos.
Habrá alguno que dirá: pues yo conocí a un cura muy comprometido hasta el final de sus días, pero una flor no hace primavera, ni exime del pecado a toda la institución, que cuando le interesa saca a colación sus veleidades rojuelas en según que foros, capote rojo para engañar al toro, siempre sufrido.
Tampoco es de extrañar que se escogiera como ubicación de la presentación la iglesia, teniendo en cuenta que Cornellà de Llobregat tiene como alcaldesa perpetua a Nuestra Señora del Rosario por mandato de un consistorio franquista. Fe de lo que decimos es la placa cerámica que hay colocada en la entrada del ayuntamiento, un hecho histórico y cultural para el señor alcalde, que no piensa hacer nada al respecto. Ni retirar la placa, ni el título. Santa democracia la que rige una de las muchas madres de Dios, privilegios del creador, nosotros sólo tenemos una madre y ahora con las pruebas de adn, también un solo padre.
Así pues en el año 1959 fue concedido este cargo vitalicio a la santa, esperemos que sin remuneración, por el consistorio nacional-católico. 50 años después a la gente de “izquierda” que forma parte del consistorio actual, o aledaños, no han intentado corregir este despropósito anacrónico, franquista, poco respetuoso con los que comulgan con otros credos en un estado aconfesional o los que simplemente no creen.
Estaría bien que la placa la pusieran en la iglesia de la población, si es que los que la dirigen ahora tienen añoranza de otros tiempos, y que sea retirada de la vista del ciudadano ateo, laico o de otros credos, que van a cumplir con sus múltiples obligaciones de pagadores de impuestos. Que se revise el pleno franquista que otorgó tan poco democrático cargo y que se derogue esa decisión, para entrar en el siglo XXI. Que no nos asista Dios sino la razón, porque de otro modo puede entrar un consistorio fan de los programas basura y nos pueden meter a la Esteban como alcaldesa perpetua, más venerada en la actualidad que cualquier virgen. Un respeto por favor.
Publicado en Ateos y Republicanos