Sra. Ministra de Asuntos Exteriores:
Porqué estamos en contra de un Estado de Israel “Judío”
Nosotros, ciudadanos judíos del Estado español o residentes en él, miembros de IJAN (…) y de JUNTS (…), deseamos expresarle nuestra máxima preocupación por las declaraciones que Vd., realizó en la Asamblea de Naciones Unidas, y en particular cuando habló de la necesidad de garantizar el carácter judío del Estado de Israel.
Ante todo queremos aclararle que lo que nos une es una lectura política del llamado conflicto en Oriente medio, y que cuestionamos tanto la interpretación étnico-religiosa, como la narrativa oficial sionista del Estado de Israel.
Somos ciudadanos españoles o residentes en el Estado español, y por lo tanto participamos en la vida política, social y cultural de este país, y no de Israel, cuyo gobierno no nos representa, ni su embajador en España, así como tampoco nos representan las instituciones oficiales de las Comunidades judías, ni sus portavoces religiosos. Y aunque seamos una voz minoritaria, compartimos dicha postura con otros judíos de EEUU, Francia, Reino Unido, Argentina, Australia, Marruecos, Turquía o del mismo Israel, y deseamos aportar una visión diferente al debate sobre dicho conflicto.
Ahora bien, ¿Por qué estamos en contra de la proclamación de Israel como Estado judío?
Más allá de la ambigüedad de la terminología –todavía no hay consenso sobre lo que es ser judío, ni siquiera en el propio Israel- el hecho de que el gobierno extremista de B. Netanyahu, establezca que la Autoridad Palestina , así como los Palestinos del interior deban reconocer el carácter judío del Estado de Israel para retomar las negociaciones aconseja prudencia, por no decir rechazo frontal.
Por otra parte, a nuestro entender, es justamente el carácter “judío” del Estado de Israel, o sea su excepcionalidad, la que constituye un obstáculo a la paz.
¿Por qué?
¿En que se basa este carácter excepcional? ¿Tiene una base histórica real?
Para nosotros, es más que cuestionable. El retorno a Sión de un pueblo exiliado después de 2000 años es el producto de una narrativa política y religiosa nacida a finales del XIX cuyos límites han sido demostrados por algunos historiadores israelíes.
Los gobernantes e ideólogos del Estado apelaron al relato bíblico para reivindicar el carácter excepcional del pueblo judío y la pertenencia de una tierra que Dios habría proclamado como propiedad eterna de dicho pueblo.
No es el objeto de esta carta, pero incluso los términos “pueblo judío” son cuestionables, pues los judíos fueron y son todavía parte de otros pueblos y naciones del mundo, manteniendo o no sus tradiciones y religión, y la diversidad étnica que impera en el propio Israel también lo demuestra.
Son varios los problemas planteados por la naturaleza o carácter “judío” del Estado.
El primero que viene a la mente es ¿Y que pasará con los que no son judíos? ¿Pasarán a ser ciudadanos de segunda clase, como ya lo son los ciudadanos israelíes árabes, según la terminología oficial, que representan el 20% de la población dentro del Estado de Israel?
¿Es esto aceptable en una democracia de tipo occidental en pleno siglo XXI? (Por comparar, ¿sería aceptable hoy que, como en la Atenas de la Antigüedad, las mujeres y los esclavos no tuvieran derecho a voto?)
La segunda inquietud concierne a los mismos judíos israelíes que ven cómo la sociedad cede cada vez más protagonismo a grupos ultrarreligiosos, para quienes su derecho sobre esta tierra proviene del derecho divino, constituyendo dichos grupos armados un peligro real para la convivencia con sus vecinos palestinos por una parte, y por otra una deriva derechista radical de la sociedad en su conjunto, pues ellos son la vanguardia de las fuerzas de conquista y anexión apoyadas por el gobierno y el ejército.
La tercera reflexión concierne a los judíos de la Diáspora.
¿Porqué, si se supone que Israel es un hogar seguro para todos los judíos del mundo, la inmensa mayoría de los judíos de EEUU, Francia, Inglaterra o Argentina no emigran en masa a Israel?
Porqué evidentemente, se sienten más en seguridad en sus respectivos países a los que pertenecen como ciudadanos de pleno derecho y no tienen ninguna intención de cambiar ¿Qué pasaría con los judíos si se declarara que Israel es El Estado Judío, El Hogar del Pueblo Judío? ¿Se les plantearía la obligación de “volver a su país”, como a menudo oímos decir a los inmigrantes que trabajan aquí en Europa? Después de lo ocurrido en Europa en el siglo XX, esta pregunta no es baladí.
Queda claro pues que la formulación del “Estado judío” tiene un carácter excluyente hacia lo que no lo es, sea cual sea el contenido de la palabra o concepto de judeidad y esto es un problema para alcanzar una solución viable y para la paz y convivencia futuras.
Y de paso señalemos a los ciudadanos y organizaciones judías, que dentro del Estado de Israel ejercen de oposición real, reclamando justicia para Palestina y cuestionando los axiomas o dogmas de fe del sionismo y con quienes estamos en sintonía.
Entendemos que, Ud. ha querido decir que Israel debe ser un Estado mayoritariamente judío, desde el punto de vista demográfico, sin embargo la demografía es un factor variable.
¿Pero tiene sentido, ahora, hablar del derecho de los Palestinos a disponer de un Estado propio cuando uno examina cual es la situación in situ?
Sea cual sea la solución adoptada por ambas “partes”, en este momento existe una población palestina importante que vive en Israel, es decir dentro de las fronteras de 1948, en ciudades como Nazaret, Haifa, Ramla y sobre todo en Galilea. Por otra parte, son mas de medio millón los colonos israelíes que viven en Cisjordania, y sobre todo alrededor de Jerusalén Este, separando ésta de su entorno palestino.
¿Ud. Cree como el Sr. Lieberman que la única solución es de veras la segregación y el intercambio de dichas poblaciones? ¿Cree que esto es factible? ¿Deseable?
¿Se imagina Ud. los agravios, el dolor, la ira de las poblaciones que tengan que dejar su casa? -y pensamos por supuesto en la población árabe de Israel que siempre ha vivido allí, así como en el destino de todos aquellos refugiados, expulsados desde 1948 dejando tras de si tierras, bienes, recuerdos y que residen en campos, ya hace mas de 60 años...Queremos recordarle que las leyes de Israel impiden su retorno a pesar de la resolución 194 de las NNUU.
Pero incluso desde el punto de política interior, es improbable que un gobierno israelí fuerce la retirada de los colonos, como hizo Sharon en su momento.
Seamos serios: a la luz de lo que pasa en el terreno, Israel no tiene la mínima intención de retirarse y mantiene un férreo control militar sobre toda la zona, así como sobre la economía y los recursos de la mermada Cisjordania (menos de 20% de la Palestina histórica).
La moneda en vigor en los territorios palestinos no es otra que el Shekel israelí y los israelíes controlan el recurso más importante de toda la región: el agua, abriendo y cerrando el grifo a discreción.
Por no hablar de la cárcel a cielo abierto que es Gaza.
Y mientras los EEUU y la UE se nieguen a presionar a Israel e incluso asumen como propios los argumentos ligados a su seguridad y a su derecho a existir, no cambiará nada.
¿Porqué en lugar de hablar de la seguridad de Israel, no hablamos de la seguridad de la población palestina y de su derecho a vivir en paz y con dignidad, cuando de manera cotidiana sufre la humillación de los check-points y el acoso de los colonos y militares, con muertes casi cotidianas? ¿O no deberíamos pensar que ya hubo bastante dolor, desarraigo, expulsión? ¿No deberíamos decir basta ya a la continua colonización y anexión llevada a cabo por Israel, con la total impunidad hasta la fecha?
Sra. ministra, nuestra preocupación va más allá del contenido de sus palabras.
Éstas son simbólicas pero tienen su importancia, porqué en el mundo árabe, hasta hoy, España tenía una buena imagen, la de un país que defendía los derechos de los Palestinos a tener un estado propio y viable, mediante la aplicación de las resoluciones de Naciones Unidas.
Pero en realidad, ni la Unión europea, ni el Estado español han conseguido hacer avanzar el dossier, bloqueado por la intransigencia israelí.
Al contrario, dentro del Proceso de Barcelona y ahora dentro de la UpM se ha hecho todo lo posible para “normalizar” la situación israelí, preparando incluso un acuerdo preferencial como el que tiene la UE con Marruecos, así como acuerdos de seguridad y militares de vital importancia, haciendo caso omiso del Tratado de Lisboa que obliga los países socios de la UE a respetar los derechos humanos y aplicar la legalidad internacional.
A nuestro entender, éste no es el camino para que Israel se sienta presionada a aplicar dichos acuerdos y a poner fin a su política colonial.
Por esta razón, nos parece importante que rectifique sus declaraciones y aclare la posición del Estado español ahora que la Autoridad Palestina presenta su demanda de admisión ante el Consejo de Seguridad de la ONU y que este delibera dicha propuesta.
Associació Catatalana de Jueus i Palestins - JUNTS