dijous, 12 de febrer del 2009

NOS VEMOS EN LA CALLE...




Álvaro Fernández











Las multinacionales despiden o se marchan, llevándose sus trastos y las ayudas recibidas por el Estado (dinero de los contribuyentes) a mejores pagos.

Las pequeñas empresas, fundamentalmente, y las medianas, no pueden deslocalizarse, ni reciben aguinaldos millonarios. Ven caer aceleradamente su cartera de pedidos y son castigadas por los bancos y entidades financieras, que les han cerrado el grifo de líneas de créditos y préstamos.

El gobierno, ante la que cae, en su lista de prioridades pone en primer término los intereses de multinacionales, el sector financiero y al final las familias y personas.

Los bancos y entidades financieras reciben encantados las ayudas de los contribuyentes, y se dedican a sanear sus balances, publicitar desvergonzadamente ganancias millonarias, repartir dividendos o cobrar, sus directivos, suculentas retribuciones.

El llamado Fondo de Adquisición de Activos Financieros (FAAF), embolsado por los bancos, destinado a propiciar la apertura crediticia, no ha producido al día de hoy, ni de mañana –que ya lo han dicho- ningún efecto.


Un fantasma no tan irreal


Otro peligro ronda: la deflación. Esta se produce cuando el dinero vale más cada día, y los bienes menos. Es decir, la gente no compra nada porque sabe que mañana, por el mismo dinero, podrá comprar más cantidad de un producto. Es decir, que los precios bajan, las familias no compran, las empresas reducen la producción, baja el PIB y sube el paro. Un problema de difícil solución, según los economistas de pro.


La imparable caída de la producción


El panorama es muy negro. Según el INE, la producción industrial en España, corregidos los efectos de calendario laboral, se ha reducido en 2008 el 6,8% con respecto a 2007, la mayor caída desde 1993.


El endeudamiento de la ciudadanía


La bajada de precios y del Euribor, supone un momentáneo auxilio a algunas familias hipotecadas, más de 100.000 familias no pagan sus hipotecas.

Cerca de 2,5 millones de personas residentes en España tenían en junio del pasado año, deudas impagadas con bancos, grandes compañías o financieras por valor de 15.374 millones de euros, mientras que los impagos de préstamos hipotecarios se han disparado en 2008 y han crecido más de un 84 por ciento.

El gobierno se remite a una medida cosmética, como si fuera el “bálsamo de fierabrás”, la liberalización del rescate de los fondos privados de pensiones, cuya cuantía en España es muy baja en el promedio de la media de países de zona euro. Y ver a quien beneficia.


El paro


El estado español va a la cabeza de la zona euro en paro, el oficial 14,4% de la población activa (más de tres millones doscientos mil parados y paradas).

Frente a esta realidad de despidos y destrucción neta de empleo, las diversas coberturas sociales, las tradicionales o las extraordinarias, son absolutamente insuficientes y los hogares con todos sus miembros en paro aumentaron hasta, 875.000.

Sin embargo el número de personas en paro es mayor, dado que el INEM no cuenta, por ejemplo, los que cobran el PER de Andalucía y Extremadura, los demandantes de primer empleo o los que realizan cursos controlados. Entre unas y otras cosas: cerca o ya 4.000.000 de parados y paradas.

Cuando alrededor de 1.000.000 de personas han agotado las prestaciones, el gobierno, no sabe no contesta, no dice nada como de cómo hacer frente al aumento de número de prestaciones por desempleo o subsidio y qué formula (dentro de la lógica de Zapatero de que “no se dejará a nadie desamparado”) se articulará para quienes han agotado todas las posibilidades y están en bancarrota. Tu vecino o el mío.

Zapatero, se remite a los fantasmagóricos 300.000 puestos de trabajo mensuales, que se crearán a partir de la inversión de 10.000 millones de euros en obra pública.

¿Pero todos los que están en paro son aptos para trabajar en la construcción o la obra pública municipal?


La Seguridad social en caída libre


Enero de 2009 fue el que registró el mayor descenso mensual, al perder 325.474 ocupados en enero, un 2,3% menos respecto a diciembre al contar con 13.755.624 cotizantes, seguido del Régimen de Autónomos, con 31.902 afiliados menos (-0,9%).

El número medio de afiliados a la Seguridad Social bajó en enero en 349.569 personas respecto a diciembre, hasta situarse en 18.181.743 trabajadores y trabajadoras.


La cruda realidad y la posición del gobierno


Vistos algunos escenarios económicos actuales y retrotrayéndonos a declaraciones de Zapatero y responsables económicos del gobierno, en el inicio de esta crisis económica sin precedentes, existen contradicciones flagrantes que más parecían predicciones de Rappel que una visión más realista del impacto de la misma en la economía del estado español. Y aquí no vale la trampa de “esto cambia todos los días”. Así es, a peor.

Si la actual crisis tiene sus fundamentos en la universal y salvaje voracidad del capital financiero sobre lo que se llama “economía real” o productiva, los frágiles mimbres sobre los se asienta la economía del estado, ladrillo y turismo, fundamentalmente, el choque tenía que ser terrible. Como así ha sido.


Una foto vale más que mil palabras.


Nos referimos a la primera foto de banqueros con Zapatero, en donde Botín parecía el presidente y el presidente el invitado. Después, las vergonzosas declaraciones del presidente de la Asociación Española de la Banca o las posteriores de Botín nos parecen clarificadoras.

De “sacar pecho” con la solidez del sistema bancario y financiero, se ha pasado a inyectar millones de euros a estas entidades que ni de rodillas abren, como se está viendo, el grifo crediticio.

El gobierno va a remolque de los acontecimientos. En vez de intervenir contundente y directamente en el sistema bancario-financiero y los sectores estratégicos –que eso no es socialismo, compañero-, deja hacer, desconcertado, sin iniciativa y medidas inútiles. Hoy dice una cosa y mañana otra. Hoy sale Sebastián cargando contra el sistema financiero y mañana, Pepiño, dice su contrario.

Y para remate salen a relucir las tentaciones proteccionistas. Asistimos, atónitos y atónitas, al llamamiento patriotero de consumir “español”. Vista la bajada de la producción y el consumo, nos preguntamos si Sebastián se refería a trozos de ladrillos o arena de playa.


¿Dónde están, no se ven?


Nos referimos a la izquierda institucional y las centrales sindicales. La primera amagando y no dando. Las segundas, ni amagan.

La centrales mayoritarias, CCOO y UGT, parecen “desparecidas en combate”, enfangadas sus cúpulas “bien pagás” en mesas de diálogos sociales, componendas con estado y patronal, reuniones “secretas” para no se sabe qué. Eso sí, aparecen dirigentes de uno u otro nivel, para explicar su preocupación, pero vamos, de espíritu de clase, combatividad, iniciativas de presión incluida la movilización generalizada (cosas al parecer del pasado), nada de nada.

Es cierto que lo sectores críticos sindicales están cada vez más levantiscos y pidiendo un cambio radical en la respuesta a esta crisis. La historia demuestra que mientras no se presiona, en el tajo y en la calle, no hay otra reacción de los poderes públicos que no sean “parches para hoy y paro para mañana”. Presión y diálogo, por ese orden.

Francia no es una galaxia, sino un país con el cual limita al norte la Península Ibérica. Hace días, dos millones y medios de ciudadanas y ciudadanos apoyaron en las calles, no solamente en París, sino en ciudades medias y pequeñas, la jornada de huelga generalizada promovida por los sindicatos, CGT, CFTD, FO, etc.

Ya sabemos lo que se nos va a contestar, que no se dan las condiciones objetivas para una huelga general. Y puede ser hasta dudosamente cierto. Y respondemos contundentemente a los “sindicalistas” que si ello es así, es producto de su actitud paralizante, de su pactismo y conciliación a ultranza, de su falta de información real, de meter el miedo en el cuerpo al personal, para que no se mueva ni dios.


Poner vallas al campo


Eso es lo que intenta gobierno y, por ahora, la izquierda institucional y los sindicatos mayoritarios, para que en los centros de trabajo y la calle no se escenifique la realidad dramática de lo que está pasando y lo que falta por venir.

Los que creemos en la humanidad, no nos resignamos a considerar a nuestros prójimos y nuestras prójimas, como un rebaño de ovejas que, a las voces del pastor y los mordiscos de los perros, se encaminen hacia el precipicio sin reacción alguna (suicidas los hay en cualquier colectivo). Más tarde o más temprano, reacción habrá. Y si los ortodoxos consideran el “radicalismo y los movimientos espontáneos “una deriva muy peligrosa”, ya se pueden ir “atando los machos”.


Terminamos como empezamos: NOS VEMOS EN LA CALLE… (que para eso la hemos pagado).