LA OPINIÓN de Iñaki Roa
Aunque ya estaba anunciado, ayer, en el Eusko Legebiltzarra, se ha escenificado el bochornoso espectáculo de la actuación del frente antinacionalista y españolista que ha regalado la lehendakaritza a Patxi López.
Patxi López accede a esta función no por méritos propios, sino por los ajenos: la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, los 13 del PP, 1 de UD y P y, por último, los 25 votos del PSE.
“El problema vasco es un problema de estado” (Zapatero dixit) y para ello no hay nada mejor que la aplicación de la llamada “Ley de Partidos Políticos´. Una ley que supone, en la práctica, privar de derechos civiles a una parte de la población vasca. Y si a esta ley añadimos la Ley Antiterrorista, tenemos un escenario propio de un estado de excepción. Dos leyes, que distintas comisiones de derechos humanos de la ONU, han considerado poco democráticas en su esencia e indiscriminada en su aplicación.
No lloraremos por el PNV, ni por Ibarretxe, que han dado pruebas suficientes en 30 años de su catadura y oportunismo políticos, en aras de sus intereses partidistas y no de los del pueblo vasco.
Ya tuvimos el primer aviso en Nafarroa, cuando el PSOE de Zapatero prefirió regalar a UPN-PP (a pesar de la oposición de propios) el gobierno, antes que pactar con NafarroaBai-Aralar, que le habría aupado a la presidencia de la Comunidad.
El guión de hoy difiere, por la magnitud de la operación que se proponen López y sus socios (así lo han refrendados en sus respectivas intervenciones): se trata de arrinconar y acabar con todos los medios del “imperio de la ley” con la llamada “izquierda abertzale radical”, la cual, indiscriminadamente según el Gobierno y el PP, es un apéndice de los etarras. Perseguir, detener y enjuiciar etarras, es una cosa, achicar o hacer desaparecer los espacios políticos que puedan, a pesar de los etarras, encaminar hacia la paz a Euskal Herria es otra y muy peligrosa. Políticamente el PSOE pagará muy cara esta maniobra.