dijous, 21 d’octubre del 2010

EL PRIMERO EN LA FRENTE: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS HASTA PERDER LA RAZÓN

Amarás a Dios sobre todas las cosas, este es el primer mandamiento de la Iglesia católica y el que fundamenta la perversión de su existencia y de su supervivencia. Puesto que la Iglesia es la representante de tan altísimo ente en la tierra, la conclusión es que amarás y acatarás la palabra de la Iglesia. Esa palabra la detenta sólo una persona, el Papa, que tiene en sus manos un poder que para si quisieran políticos y jefes de estado con delirios de emperador. Las órdenes de Ratzinger son mandatos divinos, que no deben cuestionarse pues son dogma de fe, en el que no cabe ni análisis, ni replica, es el control absoluto de las voluntades de los que creen ciegamente. Pero también es el control sobre los que aún perteneciendo a la Iglesia son críticos con su jerarquía, y aún padeciendo coacciones, no renuncian a seguir siendo parte de la masa social de ese aparato opresor. Una dictadura papal no puede convertirse en una cristiana democracia, pues eso sería otra Iglesia, no la Católica.

Esta entelequia llamada España, que tan grandes aportaciones ha hecho a la humanidad y por las que es tan querida en todos aquellos pueblos por encima de los cuales paseó sus tropas conquistadoras cruz en mano y pecho, no ha dejado de ser aspersor de oscuridad. Entre los castradores regalos con los que nos ha obsequiado se encuentra una peligrosa e invasora secta católica llamada Opus Dei. Es esta secta peligrosa y destructiva, como la hiedra venenosa que decora muchos muros, quien teje una tela de araña donde quedan atrapadas personas, riqueza y sobre todo poder, su bien más codiciado. El Opus creado por Escrivá de Balaguer es una secta fascista que fue escalando puestos dentro de la dictadura franquista hasta desbancar a falange del aparato logístico del régimen dictatorial  y a hacerse con el poder colocando a sus hombres al frente de los más altos cargos de decisión dentro del aparato de la dictadura. Así también esta secta se introdujo en el Vaticano viviendo su época de mayor esplendor con el anterior Papa, que convirtió a su creador en santo, San José María Escrivá de Balaguer, por el artículo rápido. Ratzinger debe su puesto a las presiones ejercidas por el Opus para que éste fuera designado nueva cabeza de la Iglesia, como antes lo fue de la Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente llamada Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición. Tan a gala llevó su papel de gran inquisidor que llegó a decir: “Gran Inquisidor, en cambio, es una definición histórica. Seguimos el camino de la continuidad pero intentamos aplicar los métodos de aquella época. Siendo criticable bajo la luz de nuestro concepto de justicia, la Inquisición fue un progreso porque desde entonces nadie podía ser condenado sin una investigación. En aquella época, en definitiva, tenían presente el concepto de justicia.” Creo que estas investigaciones en las que se llegaba a la conclusión de que el maligno había ocupado el alma del reo siendo su fin primero el fuego terrenal y luego el eterno,  eran un tanto interesadas, casi siempre en los bienes del nuevo hereje. Todo el que molestaba a la hoguera. Esas mismas investigaciones debieron llevarse a cabo durante el franquismo donde la Iglesia formó parte del aparato represor, fue el dedo acusador que llevó a todos aquellos que les resultaban molestos o de los que ambicionaba sus posesiones delante del juicio del tiro de gracia en la nuca.

Con estos antecedentes Ratzinger aún denuncia en su visita a Reino Unido que “los nazis querían erradicar a Dios de la sociedad y que los religiosos que se opusieron a ellos pagaron con su vida” (esto pasaba al mismo tiempo que él lucía el uniforme de las juventudes hitlerianas y el Papa Pío XII no condenaba el nazismo, bendecía la dictadura franquista y años más tarde llevaba a cabo una cruzada contra el comunismo y todo lo que olía a ateismo y creaba el nacional-catolicismo) para luego establecer un paralelismo entre ateos y nazis: "Al reflexionar sobre las lecciones del extremismo ateo del siglo XX, no olvidemos que la exclusión de Dios, la religión y la virtud en la vida pública llevan al final a una visión truncada del hombre y de la sociedad".  Su miedo a un mundo donde librepensadores desligados de las ataduras de la fe, marcaran una visión justa y ética de la sociedad, llevaría a los sectores más reaccionarios a no ver con malos ojos la desaparición física de los que les pueden dejar sin argumentos, y sin poder, en un mundo donde la razón prevaleciera sobre las creencias en lo intangible.  Así, si alguien reproduce modelos fascistas son los extremistas representantes de la Iglesia más recalcitrante, que no ven más allá de su peligroso perímetro integrista y que no respetan a quienes están por la separación Iglesia-Estado, puntal básico de democracia y convivencia. Ellos todavía están por Dios, por la Patria y el Rey y nosotros esperando a que cante el gallo rojo.

Notas:

El 1 de febrero de 1933, es decir, el día siguiente a su nombramiento como Canciller, el católico Adolf Hitler, afirmaba: "Quiera Dios conceder su gracia a nuestra obra, orientar rectamente nuestra voluntad, bendecir nuestras intenciones y colmarnos con la confianza de nuestro pueblo".

En 1939, Joseph Ratzinger, con 14 años, pasó a formar parte de las juventudes hitlerianas, como todos los seminaristas. A los 16 años, fue llamado a filas y se le destinó a la protección de la fábrica de BMW en Traunstein. Prestó servicio entre abril de 1943 y septiembre de 1944. Estuvo luego, tras la instrucción básica, destinado en Austria, concretamente en la protección anti-tanque. En 1944 comenzó su entrenamiento básico en Hungría, tomó parte en el "Reichsarbeitsdienst" que era un servicio de estrategia Nazi. Ratzinger desertó en los últimos días de la guerra, pero fue hecho prisionero por soldados aliados en un campo cerca de Ulm en 1945.  Fuente: Wikipedia.