Como un supremo mazazo le ha caído la sentencia del Tribunal Constitucional a sus señorías de la sala del 61. El segundo mazazo en dos años. Porque el 21 de mayo de 2009 ya la candidatura de Iniciativa Internacionalista – La Solidaridad entre los Pueblos obtuvo el amparo del Constitucional para presentarse a las elecciones europeas.
Días antes también había sufrido los desmanes de la dichosa sala del 61 y también entonces recibió amplios apoyos. En esos días el Señor Rubalcaba acuñó el eslogan que a día de hoy le deja retratado ante la historia: “O votos o bombas”.
Lo que resulta un escándalo de traca es que tras el primer Supremo Tropezón nadie se planteara modificar y/o revocar la discutidísima ley de partidos. Si después de BILDU no se abre el debate sobre esa dudosa norma, se consolidará la democracia de baja intensidad que nos toca vivir.
Porque el derecho a sufragio de cientos de miles no se puede conculcar vistiéndolo con el bonito traje del estado de derecho, si está cosido con la trama de una ley perversa. Hecha a imagen y semejanza del gobierno de turno que, según la susodicha ley, es el único que puede impugnar candidaturas sospechosas a su antojo.