Por Clamor Republicano
En estas fechas tan señaladas para los católicos, sobre todo para los que llevan en sus espaldas las marcas de los variopintos instrumentos con los que andan flagelándose a diestro siniestramente, me gustaría lanzar un deseo al viento. Se trata de que estas buenas intenciones lleguen hasta el último confín de la reacción, que abarque a todos aquellos que han bebido y beben de las fuentes del fascismo, a los nostálgicos herederos del régimen, a los nuevos adoradores de esvásticas, a los seguidores de los cazadores de pieles de otros colores y a los depredadores de la diferencia. Me gustaría dedicar a todos ellos, casi todos devotos de la poderosa Iglesia y de sus sectas destructivas del tejido democrático de los cerebros de sus adeptos, que dios les reparta la misma suerte que ha sufrido Sortu.
A las puertas de la campaña para las municipales no se me ocurre nada mejor que que todos estos partidos antidemocráticos de corte fascista y racista sean ilegalizados. Los motivos son evidentes y de peso. Es una lástima para nosotros que los miembros de estas candidaturas, que llevan algunas de ellas la palabra democracia o democrática en sus enunciados en un acto de cinismo y perversión supremo, no hablen euskera porque ya tendríamos medio camino hecho. Ya se sabe que el uso continuado de la lengua de Euskal Herria suma puntos para la ilegalización. Es una pena también que no sean ecologistas y que se opongan al AVE porque eso también va subiendo la puntuación. Que no veraneen en Francia o tengan un familiar de la emigración a quien visitar allí; que no hayan saludado por casualidad a un demócrata de izquierdas a favor de la autodeterminación de los pueblos también dificulta que los puntos vayan subiendo al marcador.
Al Gobierno, que marca los designios de la fiscalía, que dice ser demócrata y con escore a la izquierda, estos partidos no le parecen peligrosos para la democracia y no serán llevados a más supremo que al que su religión les mandará con billete sólo de ida el día que firmen su finiquito en la tierra. Lo que no saben es que la patronal eclesiástica no les ha informado que la indemnización por despido ad eternum es convertirse en los lodos del futuro, sin más.
Sólo nos dejan el papel de espectadores perplejos ante las inadmisibles ilegalizaciones vistas, y las que nos tocará ver, sin opción a poder retirar de las listas electorales a partidos que debieran ser ilegalizados por higiene democrática. Siglas manchadas de la sangre de los defensores de la legalidad emanada del pueblo y siglas que no han condenado los asesinatos y la represión feroz de quienes dieron un golpe de estado fascista, lo sostuvieron durante 40 años y lo hicieron pervivir en forma de transicional monarquía hasta ahora. Y nuevas siglas fascistas que recogen el testigo de las anteriores.
Pues lo dicho, qué dios les reparta la suerte de Sortu, porque lo que es la paupérrima democracia que guardamos en ese bolsillo agujerado llamado Constitución no nos va a alumbrar con más luz que la de las piras donde día a día queman nuestros derechos sociales y laborales y nuestras libertades.
A las puertas de la campaña para las municipales no se me ocurre nada mejor que que todos estos partidos antidemocráticos de corte fascista y racista sean ilegalizados. Los motivos son evidentes y de peso. Es una lástima para nosotros que los miembros de estas candidaturas, que llevan algunas de ellas la palabra democracia o democrática en sus enunciados en un acto de cinismo y perversión supremo, no hablen euskera porque ya tendríamos medio camino hecho. Ya se sabe que el uso continuado de la lengua de Euskal Herria suma puntos para la ilegalización. Es una pena también que no sean ecologistas y que se opongan al AVE porque eso también va subiendo la puntuación. Que no veraneen en Francia o tengan un familiar de la emigración a quien visitar allí; que no hayan saludado por casualidad a un demócrata de izquierdas a favor de la autodeterminación de los pueblos también dificulta que los puntos vayan subiendo al marcador.
Al Gobierno, que marca los designios de la fiscalía, que dice ser demócrata y con escore a la izquierda, estos partidos no le parecen peligrosos para la democracia y no serán llevados a más supremo que al que su religión les mandará con billete sólo de ida el día que firmen su finiquito en la tierra. Lo que no saben es que la patronal eclesiástica no les ha informado que la indemnización por despido ad eternum es convertirse en los lodos del futuro, sin más.
Sólo nos dejan el papel de espectadores perplejos ante las inadmisibles ilegalizaciones vistas, y las que nos tocará ver, sin opción a poder retirar de las listas electorales a partidos que debieran ser ilegalizados por higiene democrática. Siglas manchadas de la sangre de los defensores de la legalidad emanada del pueblo y siglas que no han condenado los asesinatos y la represión feroz de quienes dieron un golpe de estado fascista, lo sostuvieron durante 40 años y lo hicieron pervivir en forma de transicional monarquía hasta ahora. Y nuevas siglas fascistas que recogen el testigo de las anteriores.
Pues lo dicho, qué dios les reparta la suerte de Sortu, porque lo que es la paupérrima democracia que guardamos en ese bolsillo agujerado llamado Constitución no nos va a alumbrar con más luz que la de las piras donde día a día queman nuestros derechos sociales y laborales y nuestras libertades.