Es un no poder más, asistir a las últimas muestras de actos fascistas, patrióticos-franquistas, nacionalcatólicos, ultranacionalistas españoles, protagonizados alegremente por juventudes del PP, cargos electos del PP, partidos nacionalsocialistas que pacen a la sombra del árbol franquista de la Transición sin que aquí no se desgarre nadie las vestiduras. Solo alzamos la voz a través del teclado mayoritariamente los que somos considerados peyorativamente antitodo, cuando quizá seamos el último antídoto para salvar a una enferma y decrépita democracia que anuncia epidemia de permisividad con el fascismo español. Ser anti a las imposiciones emanadas de entes oscuros y ejecutadas por este Gobierno es en este momento un síntoma evidente de salud física y mental. Ser antisistema, anticapitalista, antifascista, antirepresión, antimonárquico, es ser, lo demás es vegetar esperando el golpe final que asesta el verdugo, aunque suene muy duro. También si se quiere ver desde una óptica en positivo, somos los del pro, los pro derechos humanos, los pro aborto libre y gratuito, pro educación y sanidad universal, gratuita y de calidad, pro libertad de pueblos y personas... pero no nos engañemos, para ellos somos anti, con cuernos y tridente, en su única, grande, esquizoide y neoliberal España cañí de toros, exilio de cerebros, fútbol y bandera rojigualda al viento. Una rancia marca España de baile, jamón y palmas, sorda, ciega pero que ordena y manda con grito marcial.
Lo último no es la disculpa de la conducta de los cachorritos del PP, algunos con pelo en pecho, exhibiendo toda suerte de artículos fascistas, de los alcaldes adoradores del Caudillo, de las delegadas dando tronío a falangistas, de los homenajes a los caídos por dios y españa en ayuntamientos de la geografía del partido popular, del furor anticatalanista de las jerarquías peperas y lamentablemente de los barones de los mal llamados socialistas, de las presentaciones de libros franquistas por parte del ministro de justicia, que la niega a diestro y siniestro con su nuevo código penal, con el que quizá un artículo como este pueda tener pena de prisión.
Lo peor es ver como esto se silencia con una condena que no es tal, es un tapar el sol del nuevo amanecer con el dedo meñique porque el anular lo utilizan para metérnoslo en el ojo diciendo que tan malos o peores son los que les dicen a la cara lo que son, unos dignos hijos de sus franquistas padres.
Pero para ir rematando esta reflexión superficial pero urgente, lo que verdaderamente es grave, es ver como en unos informativos "nacionales" se habla de broma o sainete al mostrar las imágenes de unos adolescentes con tricornios y fusil, tanque a su espalda, fusilando como en los mejores tiempos del Águila a ciudadanas y ciudadanos indefensos, causando grandes aplausos e hilaridad de los allí presentes. Es tan representativo de lo que está pasando a la mayoría silenciosa y ociosa, no solo de la que habla el PP a su conveniencia, sino de la que ha decidido vivir sin pensar en nada y acatando los mensajes interesados como verdades incuestionables, asumiendo la propaganda del ácido úrico como una bonita lluvia dorada. Si esto no es de escándalo y vergüenza es que el problema es ya una frontera y hay que elegir con premura en que lado se quiere estar.
No es una anécdota abominable, los nombres de las víctimas del fascismo así lo demuestra, son crímenes abominables como los de Guillem Agulló, Carlos Palomino, Sonia Rescalvo y muchos más. Ni olvido, ni perdón.